domingo, 1 de diciembre de 2013

FIESTA DE OTOÑO

No dicen que una imagen vale más que mil palabras, pues ahí las lleváis, disfrutadlas, porque nosotros nos lo pasamos genial. En esta ocasión nos ayudaron las mamás de Carmen L y F. Manuel; muchas gracias por vuestra colaboración.

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PADRES...

Hoy os quiero compartir este texto que he leído e una revista de educación y que me ha parecido muy interesante, os puede parecer un poco largo pero merece la pena. Ya me comentáis.

"Hay un tiempo para anticipar la llegada de un bebé y soñar lo que ese niño o esa niña llegarán a ser cuando crezcan.
No dejes pasar este momento porque los hijos no esperan.
Hay un tiempo para alimentarlo durante la noche, para calmar sus dolores, para arrancarle una sonrisa, para contemplarlo y maravillarse con lo que en realidad es: una persona diferente, que no os pertenece, pero que os ha sido prestada, para educarla, para amarla y para disfrutar de ella a máximo.
Hacedlo lo mejor que podáis durante este tiempo, los hijos no esperan.
Hay un tiempo para contarles las historias más hermosas o inventar relatos absurdos, para dejar de lado los platos sucios o apagar el televisor y llevarlo al parque a correr, para mirar la Luna y jugar juntos, para hacerle un dibujo, para buscar un nido entre los árboles o para juntar piedrecitas. Este tiempo es corto y, si os descuidáis, se esfuma, porque los hijos no esperan.
Hay un tiempo para cantar en vez de rezongar, para sonreír en vez de fruncir el ceño, para compartir secretos, para mirar fotos. Ha un tiempo para contestar a todas las preguntas antes de que llegue el tiempo en que no quiera escuchar más respuestas, para enseñarle firmemente a obedecer y pacientemente a disponer un lugar para cada cosa.
Este tiempo pasa rápido, aprovechad cada instante, porque los hijos no esperan.
Hay un tiempo para escuchar atentamente grandes descripciones de lo que sucede cada día para enseñarle a ser independiente, responsable y afable, para guiarlo y también para dejarlo partir.
La casa puede esperar, el trabajo puede esperar, pero los hijos no pueden esperar. La dedicación de hoy evitará el dolor de mañana. Llegará el tiempo en el que las puestas ya no se cerrarán de golpe, ni habrá más juguetes tirados en el suelo, ni marcasen la paredes, ni dibujos en el frigorífico. Entonces, será tiempo de mirar haca atrás y ver que no desperdiciamos ni un segundo, que nuestro hijo o nuestra hija se ha transformado en una mujer íntegra o en un hombre de bien.
No hay carrera mejor ni tarea más urgente que aceptar, con alegría el don de ser PADRES.